Del Universo al Ser Humano – Parte 2

La aparición de la conciencia

Del Universo al Ser Humano – Parte 2

 

(Viene de la parte 1)

No puede haber acción sin un circuito de energía. Esto nos lleva a hablar de la Matriz Energética del ser humano y de cómo se conecta con el cuerpo.

Hemos dicho que el biocampo es la suma de todas las Ondas y contiene toda la información relativa al cuerpo. Nos queda decir que su vínculo con el cuerpo está constituido por los chakras, los meridianos y el Corazón Espiral.

¿Cuáles son las funciones de los chakras?
1. vitalizar,
2. transmitir energía a los órganos del cuerpo (de su región de influencia)
3. y transmitir la energía entre las capas del biocampo (que son 7).

Los chakras, se pueden percibir, medir y ver.[1].

Flujo de energía y biología moderna. Mae Wan Ho (1941-2016).

Según este científico, la información del Campo activa los ciclos metabólicos y los genes, los cuales elaboran constantemente proteínas. Esto permite el desarrollo, el funcionamiento celular de billones de células con millones de funciones por segundo, la adaptación, la reparación y la renovación de los tejidos.

Cada segundo cada célula recibe 1.000.000 de informaciones.[2].

La clave para entender la termodinámica de los organismos es el almacenamiento de energía en un contexto de flujo energético. La energía que fluye por un sistema lo organiza y la que no se utiliza se disipa. [3].

El cuerpo está sincronizado con el Universo. Es lo que se conoce como ritmos circadianos:

  1. todos los seres vivos están sincronizados con la rotación de la tierra,
  2. el reloj biológico se adapta a la fisiología de cada persona en diferentes momentos del día y regula diversas funciones,
  3. la falta de sincronización entre lo que dicta el reloj biológico y ciertos hábitos de vida puede estar asociada a la enfermedad.

 Con toda esta información aportada, comprendemos que la energía del Universo, de este universo cuántico, se encarna poco a poco. Es una especie de viaje, un descenso progresivo de su nivel vibratorio hasta llegar al ser humano.
Nuestro cuerpo está construido para poder captar esta energía, energía que recibimos en forma de campo magnético y que, mediante estructuras similares a cables y bobinas, se transforma en electricidad por un efecto de inducción, produciendo un campo electromagnético que a su vez se irradiará.

Hay que añadir que se ha demostrado que existe una dinámica de los circuitos de energía. Transportan información en forma de frecuencias, y pueden estar en estado de bloqueo, de sobreactivación o de inhibición o, a veces, abiertos, dejando que la energía se pierda.

Una vez captada la energía y, por tanto, toda la información necesaria, esta debe circular en perfecto equilibrio. Esto nos permitiría estar en armonía, al menos, con las leyes de esta naturaleza, leyes que si no se rompen, nos darían sin duda mucha información sobre el Universo y nuestros orígenes.

En este estado «ideal», podríamos buscar formas de elevar nuestra frecuencia vibratoria para poder interactuar con otros niveles de frecuencia, o en otras palabras, con otros planos de existencia; e incluso con algunos seres más avanzados espiritualmente.

Pero la realidad es muy diferente, porque el ser humano está dotado de una mente muy poderosa sujeta a una vida emocional por naturaleza conflictiva, que le lleva a hacer lo que podríamos llamar “un mal uso de la energía”, como acabamos de decir, ya sea inhibiéndola, bloqueándola, utilizándola en exceso o dejándola escapar.
Y es aquí donde todo parece complicarse, pero al mismo tiempo donde tenemos la clave que nos permitiría entender el origen de la mayoría de las enfermedades y también encontrar las vías para un cambio de conciencia.

La noción de bloqueo o perturbación energética es un aspecto importante de la vida de cualquier ser que busque elevarse.
Esto puede parecer una dificultad, pero también es una ayuda, porque cualquier perturbación se manifiesta mediante síntomas, que debemos descifrar si realmente queremos avanzar.
Estas perturbaciones, que pueden tener un origen mental, emocional o físico, constituyen el capítulo esencial del desarrollo espiritual al que todas las tradiciones se refieren como «el camino del autoconocimiento».

Sigamos con esta reflexión.
El hecho de que los físicos descubran que no existe el azar como probabilidad de que el universo sea el resultado de la casualidad y, más aun, que se manifieste a través de leyes de absoluto rigor, demuestra que la energía matriz del universo es portadora de información, es decir, contiene significado. Y este sentido lo expresa la propia vida.

La vida surge sin explicación alguna. Va en contra de una ley fundamental de la materia que es, según Albert Einstein, la ley más importante de la física: la segunda ley de la termodinámica, la ley de la entropía, que explica que todo sistema organizado tiende necesariamente al desorden, al caos.

Pero la vida crea orden. Cuando observamos el cuerpo, por ejemplo, vemos cómo las células se unen para formar tejidos, cómo los tejidos se convierten en órganos, cómo los órganos están unidos por sistemas que, en última instancia, forman un organismo donde todo, absolutamente todo, está interconectado.
Esta vida que surge y se desarrolla según un proceso perfectamente coherente, solo responde a una fuente de información contenida en el biocampo. El biocampo, como hemos visto, constituye una matriz.
Esta matriz contiene información, es decir, contiene el plan de lo que hay que conseguir.
Lo que podemos entender es que el universo se manifiesta, en el nivel en que lo percibimos, como contenedor de información, que habría viajado por estados de frecuencia en constante cambio para realizarse en el ser humano como conciencia.

Este es un punto esencial en nuestro pensamiento.
Aquí se unen la física y la metafísica, pues lo que al principio de toda la creación se concibe como una fuerza de ideación, parece llegar a nosotros creando un mundo que podemos reconocer razonablemente por el hecho mismo de que el resultado de este largo viaje es formar la conciencia.
¿Con qué fin? La de volver a la fuente, porque si el ser humano aprende a conocerse a sí mismo a través de lo que crea, ¿no sucede lo mismo para Lo que nos ha creado?
Por tanto, no es necesario mantener la dualidad de materia y espíritu (nos estamos refiriendo al Espíritu Inmanente).

El hecho mismo de que para los más grandes físicos la materia pueda resolverse en ser solo energía, y que la energía a su vez sea el vehículo de la información, conecta para siempre con lo que la tradición universal ya había afirmado sobre la unidad absoluta de la pareja Materia – Espíritu.
Encontramos esta idea expresada de forma admirable en la Gnosis de Hermes. Citamos:

La parte más sutil de la materia es el éter,

Lo más sutil del éter es el alma,

Lo más sutil del alma es el Noûs,

Y lo más sutil del Noûs es Dios.

 

Cerramos el artículo con una cita de William A. Tiller, doctor en Física por la Universidad de Stanford, -Departamento de Ciencias Matriciales- y premio Nobel en 1971:

Existe una Fuerza, una Energía extraordinariamente poderosa para la que la ciencia aún no ha encontrado una explicación formal. Incluye todas las demás fuerzas o energías y está presente en todos los fenómenos que rigen el Universo. Esta Fuerza Universal es el AMOR.

 

 


[1] Brennan BA, Hands of Light, (Bantan Edition NY 1987)
La creación de la salud. Myss C. PhD y Shealy CN, MD. (three Rivers Press NY 1993)
Valérie V Hunt, Mente infinita. La ciencia de las vibraciones humanas de la conciencia (Malibu Pub. Co. 1996)
James L. Oschmann, Energy Medicine (Elsevier 2016)

[2] Vivir con el genoma de fluido 2003. Harold J. Morowitz (Flujo de energía en biología)

[3] Jeffrey Hell Michael Rossbach, Premio Nobel de Medicina Michael Young 2017

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Fecha: mayo 23, 2021
Autor: Rosa María Cohen (Spain)
Foto: Geralt CCO

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