El Principito. La historia del regreso Parte 2

"Si logras juzgarte correctamente a ti mismo, entonces eres un hombre de verdadera sabiduría"

El Principito. La historia del regreso Parte 2

A la parte 1

El Principito vivía en un asteroide y había viajado a otros muchos planetas antes de llegar a la Tierra. Todos estos planetas estaban habitados por un (tipo de) ser humano. Este hecho se puede relacionar con la enseñanza esotérica – implica la existencia de microcosmos esféricos. De acuerdo a esta enseñanza, el ser humano original era un ser inmortal con una personalidad divina y un complejo sistema de vida esférico. Pero después de la caída espiritual – una catástrofe cósmica – es solo un sistema de vida dañado e incompleto, que de vez en cuando se conecta con una personalidad mortal, terrenal, cuyo propósito de vida es restaurar este microcosmos desarrollando una personalidad inmortal y divina.

El asteroide del Principito se correlaciona con la imagen del estado caído. Pertenece al mundo y a la naturaleza de los opuestos con todas sus consecuencias. Los días se convierten en noches muy a menudo debido al pequeño tamaño del planeta, y aunque a su único habitante le encanta ver las puestas de sol, las fuerzas destructivas también están trabajando. Malas semillas, brotes, árboles baobab se extienden constantemente, y el dueño del asteroide sólo puede mantenerlos a raya mediante la incesante eliminación de malas hierbas – esta tarea podría simbolizar un continuo esfuerzo interno por purificar la consciencia. Es este el rasgo de un alma noble, de orígenes nobles, por lo que el título de príncipe está justificado. No es sorprendente que una flor «noble», una rosa, empiece a florecer en este planeta. Sin embargo, la rosa es un símbolo doble: su tallo tiene muchas espinas, pero su cáliz es hermoso, fragante. Es como el corazón humano, que está coloreado de rojo por los deseos y pasiones egocéntricos; más adentro posee afecto, que se confunde con amor; pero en el fondo hay amor divino – como un pozo en un desierto -, que difunde la verdadera fragancia de la flor.

Tan pronto como la flor del Principito se vuelve consciente de sí misma, se comporta como la cáscara externa del corazón humano: es quisquillosa, molesta, sarcástica y pretenciosa. Temerosa de las dificultades y peligros del mundo exterior, exige ser protegida por un globo de cristal por la noche. Después de un tiempo, el Principito se harta. Decide dejar su hogar; pone su planeta en orden por última vez y se despide de la rosa. Entonces la rosa deja la cáscara exterior del corazón (ya no necesita ni siquiera un globo de cristal) y «entra» en el territorio del afecto: admite sus faltas y expresa su amor por el Principito, aunque también lo culpa por lo que pasó. Su comprensión y generosidad provienen de la vanidad por ahora; y sus lágrimas de autocompasión son refrenadas por el orgullo.

El Principito se dirige a otros asteroides (microcosmos). Visita seis planetas, y su séptimo destino es la Tierra. Así como el piloto tuvo que ejecutar un aterrizaje de emergencia debido a un error funcional, un problema con el motor, el Principito tiene que dejar su hogar etérico por la misma razón. Su encantadora y pura visión infantil, admirada por el piloto, (cuando el hombrecito ve al elefante tragado en la boa constrictor, y al cordero en la caja dibujada), le falla en lo que se refiere a la rosa, porque no reconoce la rosa bajo los pétalos de la flor.

Todos los habitantes de los planetas visitados son obsesivos y tercos, caricaturas deformes de las personalidades divinas del microcosmos original. Son individuos terrenales egocéntricos que están obsesionados con ellos mismos. Se volvieron cada vez más codiciosos, guardando los poderes divinos para su propio bien, lo que llevó a la caída del microcosmos en el pasado cósmico.

El rey se obsesiona con la dictadura, el hombre engreído con la coquetería, el borracho con el aturdimiento. Estos tres son fácilmente ridiculizados o compadecidos por el mundo. Sin embargo, las tres siguientes personalidades obstinadas pueden parecer útiles y respetables – aunque son tan obsesivas y engreídas como las otras. El hombre de negocios se esfuerza por poseer cada vez más, el farolero se oprime a sí mismo con su falso sentido de la misión, el geógrafo busca conocimientos superficiales y que los exploradores dominen su trabajo.

La persona menos simpática para el Principito es el borracho, y la más simpática es el farolero. Es interesante que los dos estén conectados: el bebedor anhela el aturdimiento, el otro el sueño. Ambos tienen un problema con estar despiertos. La vida del bebedor gira en torno a sí mismo: bebe para olvidar su vergüenza por la bebida.

El carácter aparentemente simpático del farolero – a través de tradiciones religiosas externas, mandamientos y rituales – encarna la obsesión por mantener la luz falsa. Esta práctica religiosa compulsiva es de hecho como el opio – similar al alcoholismo. Sin embargo, se relacionan de forma diferente: el bebedor (no sin razón) se desprecia a sí mismo, el farolero (sin razón) se alaba a sí mismo.

Pero nos encontramos con un sabio dicho entre los seis individuos obsesivos: «Entonces te juzgarás a ti mismo», respondió el rey, «eso es lo más difícil de todo». Es mucho más difícil juzgarse a sí mismo que juzgar a los demás. Si tienes éxito en juzgarte correctamente, entonces eres un hombre de verdadera sabiduría.»

Pero es solo la apariencia que el rey da; él no vive de acuerdo a estas palabras de sabiduría. El Principito, sin embargo, piensa y vive cada día más según esta máxima, especialmente en relación con su rosa. Y, según el consejo del geógrafo, su séptimo destino es el planeta Tierra.

El Principito llega a la Tierra en el desierto del Sahara. El desierto, al igual que la rosa, tiene un doble significado. Por un lado, es un páramo que representa la inutilidad del mundo; por otro lado, allí se puede alcanzar la pobreza y la pureza de espíritu a través del distanciamiento de los placeres terrenales y de las pruebas.

Aquí el protagonista conoce a la serpiente por primera vez, por la noche. Este animal nos evoca también un doble símbolo. En el sentido negativo representa el engaño y la tentación; y, como vimos en el dibujo del narrador, traga y digiere su presa entera. El tipo más peligroso es la serpiente venenosa con veneno en los colmillos. Pero también el veneno en pequeñas dosis puede ser medicina y esto nos lleva a reconocer los rasgos positivos del símbolo de la serpiente. El animal también representa la astucia, ya que guarda valiosos tesoros (conocimiento oculto). Puede mudar su piel, por lo que también es el símbolo del renacimiento. Un animal tan complejo está estrechamente relacionado con todo lo que representa el desierto.

Es el primer ser que el Principito conoce en la Tierra, y también ayudará al protagonista a dejar el planeta. La serpiente le da la bienvenida y lo envía de vuelta, evidenciando sus muchas habilidades.

(Continúa en la tercera parte)

 

 

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Fecha: octubre 24, 2020
Autor: Fer-Kai (Hungary)
Foto: Victoria Borodinova via Pixabay

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