Dag Hammarskjöld nació en 1905, en una familia aristocrática sueca. Como su familia tenía una larga tradición de servicio público, en él se despertó una clara vocación política que culminó en 1953 con la elección de Hammarskjöld como Segundo Secretario General de las Naciones Unidas. Como tal, pudo resolver muchos conflictos y se ganó el respeto más allá de las fronteras de los bloques de poder de la Guerra Fría. En 1961, su avión se estrelló en el Congo cuando estaba en una misión de mediación. La causa del accidente nunca se aclaró, aunque hay indicios de que el avión fue derribado.
Desde 1925, Dag Hammarskjöld llevaba un diario y, desde el principio, las notas tienen un estilo muy personal. El autor no escribió las experiencias a menos que comprendiera y aceptara sus enseñanzas. En su introspección, fue sincero y autocrítico, y más aún cuanto más se elevó en su carrera política. La posición nunca te da derecho a dar órdenes. Solo la responsabilidad de vivir, de tal manera, que otros puedan aceptar tu orden sin ser humillados. (1955)
En 1953, escribió sobre su nombramiento como Secretario General de las Naciones Unidas: “[…] Así llegó realmente – el día en que la preocupación era pequeña. Porque lo que me había sucedido y parecía tan difícil de soportar, se volvió insignificante a la luz de la demanda que Dios me hizo. Pero qué difícil fue sentir que este era el día – y por esa misma razón – cuán grande se hizo la alegría”. Y en 1954, «Permítanme terminar lo que se me ha permitido comenzar, permítanme dar todo, incluso sin la certeza de crecer.»
Hammarskjöld, siguió su propio camino en una profunda sensación de soledad, pero también escribió: Ahora lo sabes, cuando las preocupaciones sobre su trabajo se aflojan, se produce entonces esta experiencia de luz, calor y fuerza. Desde el exterior hay un elemento de apoyo, como el aire para el planeador, el agua para el nadador. Una duda intelectual que exige pruebas y demostraciones lógicas «me impide creer» – incluso eso. Me impide expresar e interpretar esta realidad en términos intelectuales. Sin embargo, a través de mí resplandece esta visión de un campo magnético en el alma, creado en un presente eterno por multitudes desconocidas, que viven en santa obediencia, cuyas palabras y actos son una oración eterna. “La Comunidad de los Santos y – en esta – una vida eterna.» (1952)
En los últimos años, se han multiplicado los registros que muestran que Hammarskjöld sentía la cercanía de su muerte. Como un samurái, vivió el momento sin mirar atrás. Su última entrada en el diario (24 de agosto de 1961) se cierra con las palabras:
«Las estaciones cambian»
y la luz
y el tiempo
y la hora.
Pero es el mismo país.
Y empiezo a conocer el mapa,
los puntos cardinales.
El diario aparece bajo el título «Caracteres en el camino[i].
[i] Dag Hammarskjöld: Diario Espiritual del Secretario General de las Naciones Unidas, Múnich, 2005
