En una muerte anterior fui un clavo,
hincado al pie del Camino mismo.
Desde entonces, cada día celebro el equinoccio.
Si tengo dedos, tan solo sirven
para dejar caer el horizonte a la puesta del sol.
Más tarde se rasga el velo
y la noche es tan abundante,
que las lágrimas quiebran el aire.
Busco el agujero del clavo
para salir a rastras por el otro lado,
donde no hay verdad,
sino solo el potencial de todo
lo aún no revelado.

11 Junio 2022
Al pie del Camino
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