Aspectos del Camino Espiritual

Nuestro mundo contemporáneo sigue su destino, progresando más o menos científica, técnica y genéticamente. También en el inevitable desorden de las cuestiones políticas contradictorias. Este sistema debe ser transformado desde dentro, como está sucediendo dentro de nosotros mismos.

Aspectos del Camino Espiritual

En un determinado momento de nuestra vida, cuando nos enfrentamos a dudas y cuestionamientos, nos enfrentamos a una alternativa, que puede derivar en la necesidad de seguir un camino espiritual. Pero, ¿qué nos espera y por dónde empezamos? ¿Cuáles son los pasos que separan la intención de la realización de tal camino? ¿Cómo podemos medir la determinación y la perseverancia necesarias? Veamos brevemente los elementos y las cualidades indispensables que necesitaremos, y tratemos de aclarar la paradoja de un camino de liberación individual que, para alcanzar un «buen fin», debe ser parte de un proceso colectivo.

Como preámbulo de estas reflexiones, quisiéramos recordar algunos puntos importantes. Por ejemplo, todos aquellos que aspiran a una cierta purificación pueden recibir, sin distinción, la fuerza y la luz de la chispa del espíritu. Pero, como se trata de una renovación «alquímica», es decir, de una reprogramación de todo el sistema humano, es el fuego el que debe actuar en nuestro interior. De hecho, aunque el fuego de éter atmosférico envuelve nuestro planeta Tierra y está presente en todas partes, se manifiesta en una forma dispersa, no lo suficientemente fuerte como para una renovación a nivel individual. Estamos hablando de un fuego vinculado a la Creación, al Logos, que a veces se llama el quinto éter. Para recibir y convertir la poderosa fuerza del Éter-Fuego es necesario colocarse en una fragua, un lugar donde se concentre esta fuerza. Esta es la razón de la existencia de las Escuelas espirituales y el trabajo de quienes las animan y dan vida al lugar.

Existen muchas otras razones para operar con la ayuda de un grupo; no es casualidad que las iniciaciones antiguas recurrieran a estructuras colectivas, pues los obstáculos son tan grandes que es difícil o incluso imposible superarlos solo. Por supuesto, un grupo unido con el mismo objetivo en una orientación común NO garantiza el éxito del proceso de autoliberación, pero lo hace mucho más fácil. Sin embargo, cuando hablamos de realizar un camino espiritual, no se trata solo de cambiar ciertos aspectos de la personalidad, ¡sino de CREAR y CONSTRUIR un cuerpo capaz de recibir fuego y luz!

Para lograrlo, se deben utilizar todas las herramientas a nuestra disposición.

Sabemos varias cosas. Sabemos que la conciencia determina la calidad de nuestra vida, pues cualquier cambio fundamental en la vida individual o social solo es posible mediante un cambio previo de conciencia. Sin embargo, nuestra conciencia actual pasa de una síntesis de experiencias pasadas a una proyección hacia el futuro, sin poder estabilizarse en un presente abierto y ampliado. La nueva vida solo es posible si la conciencia está profundamente arraigada en el aquí y ahora. En el corazón encontramos la fuente de toda fuerza y la puerta a la eternidad. Debemos, por tanto, conectarnos a esta «conciencia fuente» que da acceso al conocimiento de las leyes universales y nos permite vivir sin miedo ni proyecciones.

El principal obstáculo en este camino es el ego, nuestra autoafirmación, nuestra tendencia a acumular, a preservar, a querer. También el intelectualismo, que nos empuja a juzgar, categorizar, clasificar, tomar partido, rechazar. A menudo tratamos de eludir el trabajo real e indispensable sobre el ego por diversos medios, como el autocontrol, el desenmascaramiento del inconsciente o la meditación; pero estos medios solo retrasan las posibilidades de un cambio radical de conciencia y la disolución de este ego. Porque seamos claros: no se trata de combatirlo, lo que es una lucha perdida de antemano, porque nos hemos identificado con el ego desde hace miles de años. Solo las fuerzas de la luz y el fuego pueden empujarlo gradualmente a un lugar secundario, mientras que la voz del alma tomará el primer lugar. Entonces podemos sintonizarnos con las cualidades de la esfera astral del mundo divino. Las características de esta esfera astral son la pureza, la serenidad sin atracción ni rechazo y fuera de toda temporalidad. Poco a poco, se hace posible conectar con ella de forma casi permanente y continua.

Podemos distinguir tres etapas sucesivas. La nueva conciencia del CORAZÓN da acceso a una nueva respiración, a una apertura sin emociones. La nueva conciencia de la CABEZA permite una comprensión más elevada, la aceptación del plan divino, del principio de causa y efecto, así como una visión del devenir espiritual. Finalmente, hay una nueva conciencia del cuerpo físico, cuando cada órgano está investido de nuevos impulsos y fuerzas, capaz de recibir fuego y vivir de él. Es fácil comprender por qué este vasto programa no es adecuado para la mayoría de las personas y por qué solo aquellos que han llegado a un callejón sin salida en este mundo pueden encontrar la fuerza para concebir tal proceso.

La actitud correcta es ser una persona viva, que está viva en este mundo pero que ya no es «de este mundo», en el sentido de ser identificado con las fuerzas de este mundo y bajo su control. Esto es lo que llamamos un camino liberador. Añadamos que la verdadera dimensión de esta obra es una ofrenda de amor. ¡Es una revelación para muchos descubrir que el camino espiritual no es para uno mismo!

Para concluir, tratemos de evocar el futuro de nuestra humanidad. Nuestro mundo actual sigue su propio destino, progresando más o menos científica, técnica y genéticamente; también en el inevitable desorden de apuestas políticas contradictorias. Es desde dentro como este sistema debe ser transformado, como está sucediendo dentro de nosotros mismos. Semillas de luz lo están penetrando y, a juzgar por el número de personas sensibles a la necesidad de un cambio en la vida, a un deseo de autoliberación, se está produciendo una profunda mutación ante nuestros propios ojos. Hoy muchos de nosotros buscamos emanciparnos de la esclavitud tecnológica y de las creencias sobre la medicina, la integración social, la búsqueda de la felicidad normativa.

Vemos claramente qué valores son de suma importancia para las generaciones más jóvenes: la solidaridad, la ética, la benevolencia, el consumo racional, el predominio del afecto y la comunicación, compartir…

¡Pronto no habrá una separación entre las diferentes elecciones de vida, las elecciones de género, las opiniones, porque es la conciencia espiritual la que marcará la diferencia entre los seres! La solidaridad surgirá de la unidad de las almas y un gran número de luces radiantes permitirá, más allá del caos superficial, la construcción de la nueva realidad espiritual.

El mundo no puede ser salvado por el alma de este mundo, sino por fuerzas muy superiores procedentes del Logos, de la Creación divina, con las que podemos relacionarnos. En resumen, busquemos «lo superior» y encontrémoslo donde reside. Es así como la clarividencia, la autonomía espiritual y la conciencia de lo sagrado pueden nacer, crecer y permanecer en nosotros como seres alma renovados

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Fecha: marzo 31, 2020
Autor: Ludovic Merlin (France)

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