Derribar los muros del corazón

“Vuestra tarea no es buscar el Amor, sino simplemente buscar y encontrar dentro de vosotros todas las barreras que habéis construido contra él”. (Rumi)

Derribar los muros del corazón

Los muros construidos por los seres humanos pueden ser muy diferentes y estar hechos de diferentes materiales. Son aparentemente exteriores y visibles, pero esencialmente son interiores e invisibles. Los muros exteriores están en todas partes donde vive el ser humano. Los seres humanos demarcan su territorio y se esfuerzan por mantenerlo. Ya sea, por ejemplo, un pedazo de tierra, ya sea la economía global, la política, la sociedad, las religiones o la cultura. Estos muros sirven para limitar su propio mundo y protegerlo; detrás ellos esperan vivir en paz. También sirven los muros para acumular el poder suficiente para atacar a los vecinos; de ahí vienen las guerras, la violencia y las persecuciones.

Sin embargo, más poderosos que los muros externos que construyen los seres humanos son los que construyen dentro de sí mismos. Los muros internos, en esencia, generan las barreras externas. Estos muros son los pensamientos, sentimientos y actos que están en desarmonía con nuestro ser real y que generan conflictos y sufrimiento. Muchas veces actuamos sin pensar, nos paralizan los sentimientos o nos inquieta un ruido ensordecedor de pensamientos repetitivos. ¿Cuál es la causa fundamental que construye estos muros que aprisionan al propio ser humano? Es su conciencia egocéntrica, la raíz de todas estas innumerables barreras; es lo que separa su conciencia del verdadero Amor. ¿Cuántos deseos, por ejemplo, tienes en un día desde que te despiertas? ¿Te imaginas si todos estos deseos se hicieran realidad? Sería un caos, ¿verdad?

A diferencia de la conciencia del yo, que busca recibir todo y dar nada o muy poco (y cuando lo hace, esconde en el fondo una intención egoísta), el Amor se entrega por completo y puede liberarle de esos muros internos que le aprisionan.

Según las profundas e inspiradoras palabras de Rumi, que usamos como epígrafe de este texto, ¿qué es entonces el Amor? Aquí corremos un riesgo al hablar de amor, porque es una palabra muy utilizada, y en general se refiere a sentir afecto, cuando, por ejemplo, alguien dice “te amo”. El Amor del que habla Rumi no tiene nada que ver con ese amor como sentimiento, ni con algún tipo de amor supuestamente elevado y asociado a dogmas religiosos, ni a cualquier otra autoridad externa.

El Amor aquí es el Amor absoluto, que es el Principio Universal latente que ya existe en el corazón de cada uno de nosotros. Como nos dice Rumi, de nada sirve buscar este Amor fuera de ti, pues es una búsqueda vana y al final siempre regresas con las manos vacías. Este principio es una fuerza que lo une todo y que debe ser despertado en el corazón del ser humano para que pueda “pensar con el corazón” y disolver toda ilusión de separación provocada por el yo. Solo así el Amor es capaz de derribar las barreras que lo colocan dentro de una prisión de creación propia.

Como la luz del Sol, el Amor ilumina a todos por igual. No conoce muros ni separaciones. Amar no es dejar de odiar, sino una fuerza activa que une todo. En su sentido más profundo, es Compasión, como alejarse de la luz del sol hacia la sombra, para dar espacio al otro. En el budismo, los Budas de la Compasión son aquellos que se niegan a pasar al estado nirvánico porque ya no podrían ayudar a los demás; prefieren continuar en el mundo y contribuir a la liberación de la humanidad, porque no hay felicidad absoluta mientras haya sufrimiento.

¿Y cómo se puede acceder al Amor dentro de uno mismo? No existe fórmula o manual de autoayuda. Después de las experiencias y la maduración, naturalmente te das cuenta de que la búsqueda no es externa, ni es posterior, lo que estamos buscando ya está dentro de nosotros, aquí y ahora. Es una voz interior que les habla en el silencio, una brújula que te guía hacia el único norte verdadero. Y, poco a poco, en lugar de simplemente reaccionar ante las personas y las circunstancias, comienzas a darte cuenta de que todo lo que atraes o rechazas está dentro de ti mismo.

Hasta que la conciencia del yo sea transformada por el Amor en una nueva actitud de vida, las situaciones se repiten hasta que uno se da cuenta de que no tiene sentido aferrarse a las mismas reacciones automáticas de escape, ataque o acecho, motivadas por el miedo. Estos automatismos perpetúan la ilusión de separación, motivada por la identificación de la conciencia con pensamientos, emociones y deseos, como en una rueda sin fin. ¿Cuánto tiempo más se necesita para liberarse de esto?

Cuando percibes y despiertas el Amor dentro de ti mismo, una luz, por pequeña que sea, ilumina tu corazón y te hace ver los muros que te separan de tu verdadero ser. De esta manera, guiados por el Amor y con una nueva comprensión, podremos realizar nuestro trabajo interior.  Y cada día, con perseverancia y alegría, como si estuviésemos equipados con un taladro en nuestro pecho, derribaremos los muros erigidos en nuestro corazón y los transformaremos en una actitud de vida completamente nueva.

 

Referencias

Rumi:  Los siete rayos del espíritu y la Transformación de la Vida Humana, 1ª edición. Jarinu, SP, Brasil: Publicaciones del Pentagrama, 2018.

Revista Pentagrama. Jarinu, SP, Brasil. Pentagrama Publicações, mayo / junio de 1999: año 21, nº 3.

Blavatsky, Helena: La Voz del Silencio. São Paulo-SP, Brasil. Edición Textos para la Reflexión, 2013.

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Fecha: enero 21, 2021
Autor: Grupo de autores Logon

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