El aliento de la vida – Parte 1

El concepto de "respiración" está estrechamente relacionado con la vida misma. El elemento "aire" es uno de los cuatro elementos primarios y sostiene la vida mediante el intercambio rítmico de sustancias y fuerzas.

El aliento de la vida – Parte 1

Todos conocemos la forma usual de respirar con nuestros pulmones. Al inhalar asimilamos oxígeno y fuerzas etéricas, al exhalar se libera de nuevo en el aire el dióxido de carbono superfluo. Sin embargo, no es la única forma de respirar que practicamos. Nuestro cuerpo respira también de manera magnética; asimila fuerzas etéricas y astrales que tienen algo en común con el nivel de vibración de nuestro propio estado de ser.

Es un sistema hermoso pero también peligroso, porque crea ciclos o espirales. Vemos la belleza cuando la espiral va hacia arriba. Por medio de pensamientos, sentimientos y actos elevados elevamos nuestro nivel de vibración. Igualmente atraemos a iguales y, por lo tanto, asimilamos altas radiaciones cósmicas. Vemos el peligro cuando la espiral va hacia abajo. Según el mismo principio, somos absorbidos por el pantano de bajas vibraciones y miseria. Las leyes magnéticas exigen responsabilidad personal: cosechamos lo que sembramos. Estos anillos magnéticos tienen la característica de determinar la calidad de nuestra sangre. Nuestra sangre influye, a su vez, en nuestra vida mental y, por lo tanto, el círculo se cierra y terminamos en una espiral descendente.

Cuando aplicamos el axioma hermético «como es arriba, es abajo», entonces llegamos a la conclusión de que nuestro planeta también tiene su propio metabolismo. La tierra también tiene su flujo de fuerzas entrante y saliente. Con respecto a este poderoso proceso, me gustaría llamar su atención hacia el libro La Gran Revolución [1], escrito por Jan van Rijckenborgh y Catharose de Petri. En el capítulo «La lucha por el Polo Sur», nos dan algunas ideas valiosas sobre el metabolismo de nuestro planeta.

Todas las fuerzas cósmicas y etéricas saludables, que alimentan y sostienen todas las formas de vida, entran en nuestro campo planetario por el Polo Norte. El Polo Sur realiza la función opuesta; es el lugar por donde se expulsan los residuos de fuerzas y éteres a la atmósfera. Estos residuos tóxicos son retirados de nuestra atmósfera por el flujo saliente de la Tierra y también por los procesos solares. Las misteriosas auroras boreales y meridionales nos muestran algo de estos impresionantes campos de radiación.

¡Desafortunadamente, esta breve descripción pinta el cuadro ideal! En nuestros días, el sistema de respiración de la Tierra sufre perturbaciones. ¿Por qué? Porque el potencial magnético de la humanidad influye en el metabolismo de nuestro planeta. Cada persona, vista como un microcosmos, es un sistema con un fuerte potencial electromagnético. Poseemos habilidades creativas y formamos y alimentamos nuestras creaciones. Como personas poblamos el propio campo de respiración con nuestros fantasmas mentales. Como humanidad hacemos lo mismo, a escala cósmica, con la atmósfera de la Tierra. Igual atrae a igual y, por lo tanto, entendemos que nuestras creaciones inferiores atraen a otras fuerzas inferiores.

Debido a la decadencia humana, a nuestra forma de vida materialista y egocéntrica, nos convertimos en un factor obstruccionista en el proceso de purificación de nuestra atmósfera. Nuestro potencial magnético atrae los productos de desecho del flujo saliente de la Tierra. A causa de ello, los residuos tóxicos no pueden salir de la atmósfera y forman un manto de nubes energéticas radiantes en el cielo. ¡Bajo este cielo, en esta atmósfera, vivimos! O, tal vez con mayor precisión, tratamos de mantenernos con vida, porque de esta manera nos empezamos a asfixiar con nuestros propios productos de desecho.

En el capítulo «La lucha por el Polo Sur» leemos la siguiente cita:

En el pasado antiguo ya se sabía que desde el abismo, desde el polo sur, se eleva el soplo de las pasiones más feroces y calientes, un aliento que se vuelve atmosférico como radiación de luz del sur y, como tal, finalmente se convierte en el aliento humano, es decir, si el hombre se vuelve magnéticamente susceptible a él.

Los iniciados de todos los tiempos sabían estas cosas, pero para nosotros, seres humanos corrientes, el asunto no es tan evidente. Hoy en día algunas personas aceptan que el pensamiento equivocado puede dañar nuestra salud, que nuestro cuerpo material reacciona a él. Pero la idea de que el pensamiento colectivo de la humanidad puede dañar al planeta, tal vez es demasiado atrevido. Nos hemos vuelto demasiado densos, demasiado materiales para darnos cuenta del impacto total de nuestra vida mental. ¡Pero el punto es que tenemos que cambiar antes de que sea demasiado tarde! Si seguimos así, seguro que liberaremos «la bestia del abismo», como está escrito en el Libro del Apocalipsis.

En general, las cosas abstractas se vuelven claras para nosotros cuando podemos verlas y verificarlas en nuestras propias vidas; entonces las formaciones mentales se vuelven tangibles. Es por eso por lo que tenemos que hacer algunas observaciones sobre nuestro presente y preguntarnos por qué están sucediendo estas cosas. En este momento nos enfrentamos a una crisis global. La pandemia covid-19 ha acercado el aliento de la muerte a nosotros.

En el capítulo «La lucha por el Polo Sur» se señala que el aliento tóxico de la bestia del abismo tiene un carácter destructivo triple; es explosivo, cristalizador y venenoso. Me gustaría conectar esta declaración abstracta con algunas observaciones concretas sobre la pandemia actual. En primer lugar, vemos que el elemento «aire» juega un papel importante en la propagación de esta enfermedad. Por eso esta pandemia es tan explosiva. No está restringida al contacto físico. También se expande por el aire.   Recordemos que «aire» y «éter» son conceptos relacionados y juegan un papel principal en nuestros procesos respiratorios. Hablaré más adelante sobre este aspecto etérico.

El segundo aspecto destructivo es la cristalización. Los pulmones de una persona sana son blandos y flexibles, pero cuando los médicos estudian los pulmones de los pacientes con Covid, ven que los alvéolos están dañados. Estos alvéolos se encargan de la transferencia de oxígeno al torrente sanguíneo (y de la extracción de dióxido de carbono). Los pulmones dañados se vuelven rígidos y la transferencia de oxígeno al torrente sanguíneo ya no funciona bien. La dificultad para respirar es el resultado: un eslabón en la cadena de la vida está roto. Una persona está aislada de una de las fuentes de vida más importantes. ¿Qué hecho está más asociado con la «vida» que la «respiración»?

Sabemos que la cristalización es una característica típica de la persona egocéntrica. Un fuerte enfoque en nuestros propios intereses nos aísla del panorama general. La rutina de la vida nos hace inflexibles, encerrados en patrones, encadenados a la Tierra e incapaces de comunicarnos con el Todo. Cristalización y aislamiento van de la mano.

El tercer elemento destructivo es el envenenamiento. Con el engrosamiento de nuestra sangre, el envenenamiento del cuerpo físico se hace evidente; lo que produce coágulos e inflamaciones en nuestras venas.                                                                                                                          Pero también me gustaría llamar su atención sobre el peligro de envenenamiento mental. Una parte considerable de los pacientes de Covid informó, ya sea durante o después de su enfermedad, síntomas de depresión, problemas de sueño, deterioro de la concentración, pérdida de apetito y pérdida de alegría en la vida. Esta enfermedad ataca, pues,  claramente también a nuestra «psique», a nuestra salud mental. Los esoteristas saben que la calidad de nuestra sangre tiene una relación directa con el estado de nuestra alma.

Si tuviera que exponer mi caso en un tribunal, entonces supongo que el veredicto estaría basado en pruebas empíricas completamente circunstanciales. Y mi punto de vista sería rechazado. No culpo a la gente que piensa así, porque desde su visión del mundo tienen razón. Pero, ¿qué pasa si empezamos a morir debido a circunstancias atmosféricas que no pueden ser comprendidas por la forma materialista de pensar? ¿Y si la Era del Acuario nos insta a desarrollar un tipo diferente de pensamiento? ¿Y si nuestra atención se desviara desde las cosas materiales al bienestar de nuestra alma?

En la segunda parte de este artículo trataremos otros aspectos del tema, relacionados con la crisis actual.

 

(Continúa en la Parte 2)

Referencia:

[1] Jan van Rijckenborgh y Catharose de Petri: La Gran Revolución. Rozekruis Pers. Haarlem, 2017.

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Fecha: abril 23, 2021
Autor: Niels van Saane (Bulgaria)
Foto: Džoko Stach via Pixabay

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