SOBRE LA DIGNIDAD HUMANA según Pico della Mirandola o LLAMADA PARA UNA NUEVA HUMANIDAD

La dignidad humana y los derechos humanos: ¿quién es un ser humano?

SOBRE LA DIGNIDAD HUMANA según Pico della Mirandola o LLAMADA PARA UNA NUEVA HUMANIDAD

El debate sobre los derechos humanos fundamentales y la naturaleza de la dignidad humana continúa siendo un tema importante en la opinión pública de hoy en día. ¿Está el concepto derechos humanos basado en la realidad, o es una mera invención de conveniencia, de la misma forma que se puede ver el origen del sistema legal como una invención humana?

¿Son los derechos humanos simplemente una construcción ideológica, una “bella mentira” que básicamente está más allá de cualquier posibilidad de realización satisfactoria?, ¿o son en algún sentido “reales”, porque, después de todo, qué podría ser más natural que los derechos fundamentales de los seres humanos reales?

El debate también incluye preguntas como la de si es beneficioso proteger la dignidad de todos los seres humanos en todas las circunstancias en el sentido “absoluto” – en el que el término absoluto implica que la dignidad humana es contemplada como el valor más elevado que debe ser defendido por encima de cualquier otro- o la de si asumir una concepción relativa de la dignidad humana, teniendo en cuenta un “conjunto” de valores que pueden ser medidos y contrastados. De esta manera, algunos valores podrían adquirir preferencia sobre la dignidad de un individuo, disminuyendo su protección o incluso suprimiéndola, si en el curso de una acción estuviera justificado por un discurso racional.

Algunos estados y gobiernos difieren en su valoración de la dignidad humana, pero la internacionalización de los asuntos humanos hace que este status quo sea insostenible.

No es de extrañar que el tema de la dignidad humana cobrara protagonismo después de la segunda guerra mundial, y que sea Alemania la que haya establecido la concepción absoluta de la dignidad humana como uno de los principios fundamentales de su Ley Constitucional. En la Alemania moderna, la dignidad humana es contemplada como una “supra ley” inmutable, derivada de la propia naturaleza del ser humano y por tanto conectada a su status central en cualquier sistema legal.

Actualmente, esta concepción se está volviendo más minoritaria, teniendo que enfrentarse a muchas controversias y ataques, ya que el hombre moderno ha vivido durante mucho tiempo en un estado de paz aparente. No existe algo así como una opinión estable legal y filosófica sobre este asunto. Sin embargo, nos atrevemos a señalar que detrás de este discurso subyace una cuestión filosófica importante, una cuestión urgente; “¿quién es el ser humano?

También podríamos añadir una pregunta más concreta: “¿quién es el ser humano moderno?”

Podemos definir al ser humano moderno como un ser cultivado, sutil, encantador, un ciudadano respetuoso, dotado de muchos conocimientos y una gran cantidad de destrezas y habilidades para influir en el mundo que le rodea y en sí mismo.

Pero, ¿es eso todo? ¿Coincide esta cultura con la verdadera naturaleza humana o es una mera “corteza” solidificada que cubre y, sí, esconde a la naturaleza del ser humano sin tener poder real para cambiarla?

Algunos ven más allá de las capas exteriores de la cultura. Muchos seres humanos pueden experimentar en sus vidas personales la pertinaz esclavitud ante los mismos viejos impulsos y deseos. El ser humano es aún prisionero de los instintos: continuar viviendo, poseer cosas, tener poder e influencia y el impulso sexual, por mencionar unos pocos.

La consciencia del hombre o la mujer modernos se está ampliando gracias a las experiencias en la comunicación y las redes sociales, y sus nervios se hallan en constante tensión, estirados como una cinta de goma por todo el estrés y las presiones de la acelerada carrera contra reloj del ritmo de vida moderno.

¿Es pues el ser humano una entidad lánguida, débil y engañada, más que un ser auténticamente “sensible”? ¿Dónde desaparecieron la profundidad y el cumplimiento? ¿No es más que un simple animal conducido hasta su límite, forzadamente cultivado a lo largo de interminables períodos a base de condicionantes repetitivos y aturdido por experiencias? ¿Qué hace humano al ser humano? ¿Qué le hace ser diferente del animal? Y ¿Puede “humanizarse” el ser humano moderno? ¿Cómo puede un ser humano convertirse en un “auténtico” ser humano?

En el fondo, estas preguntas van más allá incluso del nivel existencial, porque atañen a lo que trasciende a la vida humana temporal. En efecto, la vida humana puede a veces contemplarse como transitoria y sin aparente significado, pero los pensadores medievales y renacentistas, como por ejemplo Giovanni Pico della Mirandola, también conocido como El Príncipe de la Concordia (Princeps Concordiae), quien también aparentemente se planteó estas preguntas en su Discurso Sobre la Dignidad Humana, ¡llegó a unas conclusiones totalmente opuestas!

Giovanni Pico della Mirandola nació el 24 de febrero de 1463 en la ciudad de Mirandola, al norte de Italia, y murió a los 31 años el 17 de noviembre de 1494. Escribió su Discurso Sobre La Dignidad Humana (Oratio de Dignitate Hominis) a los 24 años. Su Discurso fue un preámbulo a sus 900 Conclusiones (Conclusiones), que formuló como la suma de toda la teología y filosofía y que publicó en diciembre de 1486, con el propósito de organizar un discurso público en Roma. Trece de estas tesis fueron posteriormente condenadas por el Papa como herejía (porque pertenecían a la “magia” y a la “kabbalah”).

Pico introduce una nueva antropología, en relación con la de sus predecesores y contemporáneos (Marsilio Ficino). Pico resalta la acción libre humana hasta el extremo de que el ser humano, en su opinión, se crea a sí mismo y decide su propio lugar en la jerarquía de la creación. Por tanto, si un ser humano vive solo de acuerdo con sus impulsos y sentidos, lleva una vida animal indigna de llamarse humana. La dignidad, por consiguiente, no pertenece a todo el género humano, ya que muchos permanecen en un estado animal degradado, sino que se encuentra conectada a un estado evolucionado de la humanidad, como un potencial, una semilla, un reto.

La concepción renacentista de Pico no está hecha para el moderno tratamiento de los derechos humanos y la dignidad humana, porque Pico tiene en cuenta la dignidad del prototipo humano, de “Adán”, del arquetipo creado.

De forma muy parecida a la que Jan Amos Comenius hizo después de él, Pico diferencia claramente entre la Obra terrestre, la celeste y la suprema (ultramundanum), lo que Comenius llamaba física, metafísica e hiperfísica.

Veamos ahora lo que Pico nos dice con sus propias palabras; así comienza su Oratio:

…Lo más merecedor de asombro y fascinación en este teatro del mundo… ¡no existe nada más maravilloso que el hombre! ¡Un gran milagro…es el hombre! No obstante, cuando empecé a considerar las razones que justificaban esta opinión, todas las que acreditaban la magnificencia de la naturaleza humana dejaron de convencerme: que el hombre es el intermediario entre las criaturas, cercano a los dioses, señor de las criaturas inferiores, con la agudeza de sus sentidos, el ingenio de su razón y la brillantez de su inteligencia, el intérprete de la naturaleza, el punto nodal entre eternidad y tiempo…el lazo íntimo o canción nupcial del mundo, sólo un poco inferior a los ángeles… concedo que son magníficas razones, pero no parecen ir al corazón del asunto, es decir, las razones que verdaderamente reclaman admiración…

Después de pensarlo durante largo tiempo, descifré la razón por la que el hombre es el más afortunado de todas las criaturas, y por consiguiente digno de la mayor admiración, ganador de su rango en la cadena del ser, un rango para ser envidiado no solo por las bestias, sino por las mismísimas estrellas y por las naturalezas espirituales más allá y por encima de este mundo.

Pico considera las siguientes razones como las más relevantes del estatus tan prodigioso de la humanidad:

Dios el Padre, Supremo Arquitecto del Universo, construyó este hogar, este universo que nos rodea, un venerable templo de su divinidad, a través de las sublimes leyes de su inefable Mente.

Este Arquitecto amuebló cada lugar de esta casa con sus Creaciones. Y al final pensó en el hombre.

Pero no tenía Arquetipo a partir del que modelar una nueva criatura… ni tampoco el universo contenía ningún lugar desde donde examinar toda la creación. Todo era perfecto, todo lo creado estaba en su lugar adecuado…

Finalmente, el Gran Artesano ordenó que esta criatura, que no iba a recibir nada propio, compartiera todo lo que la naturaleza había concedido a cualquier otra criatura.

Él hizo al hombre como una criatura de una naturaleza indeterminada e indefinida y, colocándola en medio del mundo, le dijo: Adán no te damos un lugar fijo donde vivir…según tus deseos y criterios, tendrás y poseerás el sitio en el que quieras vivir…puedes elegir los límites y fronteras de tu naturaleza. Te hemos colocado en el centro del mundo para que…con libre elección y dignidad puedas formarte en el aspecto que escojas. Te otorgamos el poder de degradarte en formas inferiores de vida, las bestias, y te conferimos la capacidad, contenida en tu intelecto y juicio, de renacer en las formas más elevadas de vida, las divinas.

Pico refiere así la conclusión de sus pensamientos:

¡Al hombre se le concede ser lo que quiera!… Cuando el hombre entró en la vida, el Padre le proporcionó semillas de todo tipo y formas posibles. Cualquier semilla que siembre y cultive crecerá y le dará el fruto adecuado.

Si siembra semillas vegetales, será como una planta. Si las semillas son emotivas, será como un animal. Si son intelectuales, será un ángel y el hijo de Dios. Y si, no satisfecho con nada creado, se retira al centro de su propia unidad, su alma espiritual, unida con Dios, sola en la oscuridad de Dios, que está por encima de todo, sobrepasará todo lo creado. ¿Quién no podría admirar a este gran metamorfo? De hecho ¿cómo podríamos admirar cualquier otra cosa?

Pico con toda razón nos da el siguiente consejo:

…Necesitamos comprender que debemos tomar todo esto muy en serio que nunca se diga, para nuestra desgracia, que nacimos en una posición privilegiada, pero fracasamos en su desarrollo práctico y nos convertimos en animales y bestias insensatas… dejemos que una sagrada ambición entre en nuestras almas; no nos contentemos con la mediocridad, luchemos por lo más elevado y empleemos toda nuestras fuerzas en conseguirlo.

Desdeñemos (consideremos como inservibles) las cosas terrenales y despreciemos (rechacemos) las cosas del cielo, y desestimando lo mundano, volemos hacia la corte más allá del mundo junto a Dios.

El Reto hacia la Verdadera Humanidad como Camino Espiritual.

Pico posteriormente nos muestra el camino interior, es decir, la forma efectiva de convertir, en la propia vida, las sublimes palabras en realidad. Habla sobre el conocimiento de sí mismo, del reconocimiento de la naturaleza dialéctica (es decir, contradictoria) de la realidad, de la purificación de la vida en el sentido racional y moral y de la unificación del Alma con el Espíritu.

Que el “Rey de la Gloria, el Padre” entre en la Casa del Alma como un invitado del Alma. Que el Alma, como una novia adornada con vestido de oro, lo tome como esposo, que nunca más se separe de Él “olvidándose incluso de sí misma y deseando morir para vivir en su esposo”.

Pico nos ayuda a desenmascarar nuestro propio estado de ser, es decir, el estado degradado de la humanidad caída, pero nos muestra que también existe una semilla de la verdadera humanidad y que hay un camino hacia ella, ¡un sendero sólido y bien trazado! Esto nos lleva al supremo reto del hombre moderno, el hombre como un ser, como una creación en el Universo.

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Literatura Primaria, citas:

1 Oratio Ioannis Pici Mirandulae Concordieae comitis (De dignitate hominis) in PICO DELLA MIRANDOLA, Giovanni: O důstojnosti člověka. OIKOYMENTH, Praha 2005, 135 p., ISBN: 80-7298-164-1.

2 HOOKER, Richard: Pico Della Mirandola: Oration On the Dignity Of Man (15th C. CE). http://public.wsu.edu/~brians/world_civ/worldcivreader/world_civ_reader_1/pico.html.

 

 

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Fecha: noviembre 10, 2017
Autor: Olga Rosenkranzová (Czech Republic)

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